La terrible pandemia que nos atenaza ha conseguido, al menos, un efecto positivo: nos hemos dado cuenta de las ventajas de la vida rural. En todos los municipios rurales se ha disparado la venta de casas y propiedades, que tienen una demanda creciente entre urbanitas que ya no se encuentran cómodos en las aglomeraciones humanas de las ciudades. Sin duda alguna, la vuelta al campo es ya un hecho y tan solo falta que entre la población cunda la sensación de que la vida rural ha dejado de ser una penalidad. Ahora se ha convertido en un privilegio.